«Escribir novelas no es un trabajo para personas extremadamente inteligentes», dice Haruki Murakami en De qué hablo cuando hablo de escribir. La explicación a esta afirmación que a más de un profesional de la escritura podría herir es que: «la escritura es un trabajo con un rendimiento muy escaso». Se trata de «un trabajo lento y fastidioso».

El autor japonés que lleva 30 años publicando añade que hay escritores muy brillantes e inteligentes, pero que con el tiempo se descuelgan. Para Murakami diez años es la fecha de caducidad de ese tipo de escritores, superada la década «hace falta una cualidad más grande y duradera que sustituya a la inteligencia».

Aquí van algunas de las cualidades que para él disfruta el escritor de largo recorrido:

  • «Escribir novelas responde a una especie de mandato interior que te impulsa a hacerlo».
  • «Si escribo es gracias a algún tipo de fuerza que me ha sido otorgada».
  • «En cierto sentido, el escritor, al tiempo que crea una novela, crea también algo en sí mismo gracias a ella».
  • «En mi opinión, sin cierta arrogancia es imposible convertirse en escritor».

Admite que con su primera novela —Escucha la canción del viento— logró transmitir tan solo el 20 ó 30% de lo que quería decir. «Las palabras tienen poder y ese poder hay que saber usarlo de una forma correcta» y eso es tiempo y práctica. Ahora bien, no es un sufrimiento. Dice Murakami: «Me parece que si escribir no resulta divertido, no tiene ningún sentido hacerlo». En su caso, «cuando no quiero escribir o no tengo ganas de hacerlo, simplemente no lo hago».

Y si lo que buscas en la carrera son premios, Murakami lo tiene claro:

«Hay cosas mucho más importantes para un escritor que los premios literarios. Una de esas cosas es tener claro en tu interior que con tus manos produces algo con sentido. Otra, saber que hay unos lectores que aprecian en su justa medida lo que haces, ya sean muchos o no».

«Lograr que todo el mundo disfrute es imposible y el único resultado de ese empeño es el agotamiento por tanto esfuerzo en vano. Es mejor pasar a la ofensiva, es decir, hacer lo que uno quiera, como quiera, de la manera que le parezca oportuna. (…) Disfrutar uno mismo».

Murakami se pregunta qué es la originalidad y se contesta con la frase del neurólogo Oliver Sacks:

«La creación se refiere a romper con un punto de vista  existente, a volar libre por un territorio imaginario, a crear de nuevo y tantas veces como sea necesario un mundo perfecto en nuestro corazón, a vigilar con nuestra mirada interior y siempre con un sentido crítico».

En De qué hablo cuando hablo de escribir, Murakami se muestra muy crítico con el sistema de enseñanza japonés, destinado a erradicar cualquier atisbo de imaginación y creatividad en los niños. El escritor explica así cómo funciona la imaginación y la creatividad en sus obras:

  • «La imaginación es una combinación de recuerdos fragmentados e incoherentes. Esa memoria incoherente combinada de forma eficaz se transforma en el motor y en la fuerza de la historia».
  • «La creatividad es una fuerza continua e invisible».
  • «Uno de los conceptos opuestos a la imaginación es la eficacia».

En lo que se refiere a la edición propia de lo escrito coincide con muchos otros autores en su gran importancia, que explica así:

«En la fase de reescritura intento apartar a un lado mi orgullo y mi presunción y trato de enfriar al máximo la cabeza sin enfriarme yo del todo, pues eso impediría acometer la reescritura (…). La reescritura es fundamental».

Y como objetivo final:

«Una novela sirve para neutralizar tópicos e ideas preconcebidas que terminan por producir estereotipos».

Estos son algunos de las ideas acerca de escribir que propone este autor japonés y que manejaremos junto con la de otros autores más en nuestra formación.

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