El tiempo de la Navidad es amor, ilusión, celebración junto a los familiares y amigos, y también, es un compartir alrededor de la mesa, que tiene como protagonista a la gastronomía. Por eso, en la familia The Foodie Studies hemos preparado este divertido post, en el que cada uno siendo de ciudades diferentes describe su cena de Nochebuena. En ella, encontramos a la comida de lo más variopinta, y suculentos manjares del plato de fondo del banquete navideño, que al leerlas se me hace la boca agua: las perdices con col, la lubina, los langostinos, el ternasco de Aragón, los caracoles cocidos, el cerdo y el cordero al horno, platos que me desmontan una realidad a la que yo estaba acostumbrada que era la del pavo o el lechón. Sin duda, la gastronomía refleja la cultura de los lugares, las tradiciones navideñas de toda la vida que continúan y alguna que está cambiando, como en mi caso. En cada mesa navideña relatada, se ve mucho cariño con que el que se prepara la comida para disfrutar de la velada, y lo más típico es el brindis de la cena, sin importar la procedencia, ese chin-chin con las copas se llena con ron, pisco sour, cava, vino o sidra, por una misma razón, la celebración de la Navidad.

Así os dejo el banquete de las mesas navideñas de la familia de The Foodie Studies y os deseo una Feliz Navidad.

Valentina González, Medellín, Colombia

Cocinar se ha convertido en un ritual navideño entre familiares, que unidos en equipo le rendimos un especial homenaje a nuestra abuela, que desde hace algún tiempo subió al cielo para desde allí vela por nosotros. Quiero contarles, que, aunque me he atrevido a perfeccionar unas cuantas técnicas culinarias, la esencia permanece en cada bocado y así siempre lograr recordar a la creadora de este magnífico banquete digno de un lujoso restaurante. Un carnoso pernil marinado días antes con cerveza y diferentes sazonadores que el día del evento se cuece en el horno por largas horas a muy baja temperatura, y durante todo el proceso se va bañando con esta marinada para que el resultado final sea una carne jugosa y llena de sabor. Como entrada, elaboramos una apetitosa crema de tomate y una deliciosa ensalada rusa, como guarnición. No podría ser de otra manera, de postre, siempre vamos a contar con los clásicos buñuelos navideños, hojuelas y natilla, manjares que nunca pueden faltar en esta celebración. Y para completar el festín, jamás puede faltar el acompañamiento de una espirituosa bebida, un ron o aguardiente para poder brindar por un año más de unión familiar.

Jaime Vidal, Palma de Mallorca, España

Desde hace muchos muchos años mantenemos siempre el mismo menú para la Nochebuena, el pobre ya casi forma parte de la familia. Tras una picada variada de embutidos empezamos con el primer plato que consiste en una caldereta de pescado y marisco, básicamente rodajas de merluza y rape acompañadas de calamar, gambas, cigalas, almejas y mejillones. Luego llega el segundo, la carne, concretamente perdices con col, un plato muy típico de la isla. En éste plato contribuyo cada año de manera directa pues las perdices son silvestres y han sido cazadas por mí y mi perra braco alemán Ombra. Luego la indispensable macedonia de frutas (kiwi, piña, melocotón, pera, manzana y naranja) y los turrones. Destacar el turrón artesano que elabora mi madre de almendras y azúcar, también muy tradicional aunque en vías de extinción. Y bueno, poco más, salvo los vinos, cavas y alcoholes que no pueden faltar en un gran banquete.

Yanet Acosta, Islas Canarias, España

Aunque soy canaria esta Navidad la pasaré en Galicia donde el plato más simbólico es la vieira, la misma que es emblema del camino de Santiago. La tomaremos al horno, aunque no soy muy fan de esa preparación. Pero en estos días triunfan las costumbres por encima del paladar refinado. De plato principal, lubina. Y para brindar vino gallego de la Ribeira Sacra.

Cristina Arguilé, Zaragoza, España

Soy aragonesa y pasaré la Nochebuena con mi familia en el pueblo, Ontinar de Salz. Aunque en Aragón, lo típico es comer cardo con salsa de almendras o bechamel, que ahora están en plena temporada, en mi casa se impone la tradición de Zuera, el pueblo de mi abuelo y comemos caracoles. Durante los meses previos mi padre los ha estado recogiendo en el campo (antes lo hacía mi yayo). Es mejor recogerlos en invierno porque no comen y están más limpios. Esa noche se comen solo cocidos (después de una limpieza exhaustiva) y con una mayonesa rica en ajo. Como son muy laboriosos, por lo que se hacen muchos y los que sobran se preparan al día siguiente con una salsa picante de tomate con trocitos de jamón y de chorizo. Sinceramente, a mi me va más la salsa que los caracoles. El plato fuerte en mi casa, como en la mayoría de las casas aragonesas es un Ternasco de Aragón con I.G.P. asado al horno con patatas panaderas. Se acompaña de una buena ensalada del huerto en la que mezclaremos escarola, lombarda y granada, que aquí llamamos “mengrana”. Lo regamos todo con vinos aragoneses, seguramente unas garnachas del Campo de Borja y con cava catalán o aragonés. Entre los dulces, el más típico de mi tierra es el guirlache, de almendra, caramelo y anisetes.

Fabiola Gálvez, Lima, Perú

Soy de Lima pero vivo en Madrid, mi cena de Nochebuena es desde hace algunos años así: empezamos con picoteos, como tortilla paisana, endivias con roquefort, croquetas, jamón serrano, pan tumaca, queso de bola, patés, y muchas cosas más, y de fondo, langostinos cocidos con mayonesa y redondo de ternera; de postre, dulces navideños como mazapanes, turrones y polvorones. Esta parte de mi familia es española, por eso que se comen cosas típicas de aquí pero casi desde que estoy yo, cambié un poco la tradición, empecé preparando tímidamente el pisco sour una primera vez, y debido a que tuvo aceptación en la familia, se repite año a año, y ahora antes de cenar, brindamos con un pisco sour. Después el brindis navideño suele ser con cava, sidra o vino.

José Ramón Navarro Pareja, Valencia, España

Soy valenciano y pasaré la Navidad con mi familia en mi pueblo, en el interior de la provincia de Valencia. Son comidas muy tradicionales, en las que es difícil introducir novedades. Para la cena, el plato fuerte suele ser cordero al horno, que viene precedido de entrantes como embutidos, gambas a la plancha o hervidas, quesos… En la comida del día Navidad el protagonista es el puchero, la variante valenciana del cocido. Como plantea Claude Lévi-Strauss en su triángulo culinario, lo hervido forma parte de la “endo-cocina”, que se prepara en el ámbito familiar y creo que esto se refleja muy bien en esta comida, protagonizada por la carne y las verduras hervidas durante horas, servidas primero como un suculento caldo (con arroz o pasta) y después la carne y las verduras. Además, en mi pueblo, los restos de esta comida se aprovechan los días siguientes para hacer arroz al horno, un plato de arroz seco muy anterior a la paella y de gran arraigo en el interior de Valencia. Para los vinos, disfrutaremos de algunos locales, de Bodegas Enguera como Megala o Paradigma, y algún cava valenciano como el Tantum Ergo de Hispanos Suizas. En la parte dulce, los turrones son lo más típico, los tradicionales de Alicante (duro, con la almendra entera) o de Jijona (blando, con la almendra molida).

Alexandra Zurita, Guayaquil, Ecuador

No importa dónde pases la noche del 24 o del 31, la gran mayoría de las mesas guayaquileñas procuran tener lo mismo: pavo y relleno, aunque en algunas optan por el cerdo; en otras, por ambos; y en varias ofrecen además jamón ahumado y glaseado como una guarnición adicional.
La cena de estos días incluye pavo al horno (en algunos casos cocinados en horno de leña, a la antigua, en lugares tradicionales que ofrecen el servicio), que se acompaña de una salsa que muchas veces es de ciruelas; una arroz “festivo” (con champiñones, con pimientos de tres colores, con choclo y tocino, etc.), una ensalada, y el famoso y esperado relleno.
Esta es una preparación que entre sus ingredientes cuenta con pollo, carne de res y de chancho, menudencias de pollo y de pavo, jamón, pan semidulce remojado en leche y vino; todo cocinado en un refrito de cebolla, pimientos, ajos y especias, y mezclado con pasas, aceitunas, ciruelas y nueces. No hay una receta única de relleno y, por lo general, el mejor siempre es el de la mamá de cada uno. Lo que sí tienen todos en común es que toma muchas horas elaborarlo y se sugiere hacerlo con algunos días de anticipación para que tenga mejor sabor al momento de servir.
Lo típico en estas fechas es ser anfitrión un día e invitado en otro, por lo que es normal comer lo mismo en las dos fiestas. Y quizás tan tradicional como las cenas es “el calentado” del día después, en el que se comen las sobras, ya sea solo o en familia; así como los incontables días de enero de recetas con pavo para terminar por fin aquello que quedó.

La próxima semana seguiremos con más novedades en esta nueva edición del Máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies.

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