La bahía de Santander vio nacer a Claudia González Crespo allá por 1991. Como buena cántabra, no perdona la hora del aperitivo ni una tortilla con bonito o unas rabas; eso sí, solo si son buenas. Hace una pasta con tomate y albahaca para morirse. De la cantera de The Foodie Studies, el salón de su casa luce un recién estrenado galardón desde hace apenas unos días: Mejor contenido para redes sociales y mass media en FIBAR 2023. Hoy charla con nosotros para hablar de su pasado y su futuro pero, sobre todo, de su presente. 

Hace ya 8 años que comenzó tu andadura como miembro de la comunidad de The Foodie Studies… y lo hiciste con un proyecto, Around the table with, que giraba en torno a las personas y a las mesas que ocupaban. Cuéntanos.

Fue un proyecto que creé para acceder al máster de The Foodie Studies y que tenía mucho que ver con el momento vital en el que me encontraba. Venía de estudiar Relaciones Internacionales, trabajaba en Bruselas en Asuntos Europeos y empezaba a meter el pie en el mundo de la comunicación gastronómica. Fue una forma de traer algo que me encantaba de mi carrera, la cuestión de la “identidad” desde una perspectiva sociológica y antropológica, y unirla al mundo de la gastronomía. Mi objetivo era analizar si es posible trasladar características de nuestras personalidades a alimentos y viceversa. Este proyecto derivó en un artículo científico. Fue fantástico, de hecho al vivir en Bruselas tenía acceso a un buen número de amigos y conocidos de diferentes países y de diferentes bagajes culturales, lo que me permitió trabajar en esa hipótesis de una identidad gastronómica del sujeto.

Poco después de terminar el máster en TFS hiciste la maleta y te marchaste a Barcelona para realizar una residencia en elBulli Lab que se prolongaría durante casi dos años. ¿Cómo fue esta experiencia?

Terminé el máster en otoño de 2016 y en primavera de 2017 hice la entrevista en elBulli Lab gracias al acuerdo que tenía The Foodie Studies. El 3 de julio, fecha que no se me olvidará nunca, comencé a trabajar allí. Aquel espacio ya no existe, pero se trataba tanto de un espacio de trabajo como un espacio expositivo. Era un lugar verdaderamente especial. Esta experiencia supuso en mi vida, principalmente, dos cosas: en primer lugar, una suerte inmensa, porque tener 25 años y tener la oportunidad de trabajar y de medirte profesionalmente junto a Ferrán Adrià y su equipo fue una auténtica suerte; en segundo lugar supuso, por supuesto, un reto, precisamente por llegar allí y comenzar a trabajar con metodología Sapiens (que ahora me parece totalmente imprescindible, unas gafas que llevo puestas y que, como herramienta, me acompañan en todos mis proyectos). Lo primero que necesité al llegar fue comprender cuál era mi papel allí,  que en principio sería editar una serie de proyectos en los que habían participado distintas voces y debía unificarlas para que todo girase en torno a un mismo discurso. Pero lo cierto es que una vez terminada esta parte me propusieron seguir y fue entonces cuando tuve la oportunidad de acceder a la biblioteca de elBulli, su parte dedicada a la investigación. Escribir y tener cada día el feedback de Ferrán Adrià es un reto, una forma de medirse con tu “yo profesional” pero, definitivamente, es sobre todo una suerte. Salir del máster de The Foodie Studies e irme a trabajar a elBulli al año siguiente es, sin duda, lo que me hizo decidirme por quedarme en este campo profesional y no volver a las relaciones internacionales. Para mí fue un grandísimo aporte de conocimiento; es como si me hubieran ofrecido tomar una píldora de conocimiento ultraespecializado con quien ha sido uno de los cocineros más importantes de la historia de este país y también a nivel internacional. Fue un tesoro que me llevo para siempre conmigo. 

Claudia González Crespo junto a Marc Álvarez

Claudia González Crespo junto a Marc Álvarez en la grabación de Tragoymedio.

Y de ahí surgió Vivalaboca, que es tu nombre en redes sociales y que nace también desde la intención de usar la boca, además de para comer, para como tú dices “hablar de movidas”. ¿Cómo surge esta iniciativa?

Vivalaboca surge de la necesidad. En 2019 termino en El Bulli Foundation, me mudo a Madrid en 2020 con otro trabajo, con un puesto que habría sido mi puesto soñado como documentalista en una productora audiovisual muy potente con la que llegué a trabajar muy poquito tiempo. Recuerdo recibir la llamada para contarme que no podían seguir contando conmigo, apenas 10 días después de comenzar el confinamiento mundial por Covid. Me quedo en paro, en plena pandemia, encerrada en un piso en Madrid, y dejó de tener sentido el seguir en la ciudad si ya no tenía este trabajo. Ese verano consigo irme a Cantabria, y siempre cuento que Vivalaboca surge de la herida y de la brecha creativa más grande que yo he vivido en mi vida, que es el tener que enfrentarme a un folio en blanco y no poder escribir una página. Surge en un momento malísimo, además de por el Covid por otras circunstancias personales. Ese septiembre decidí irme a vivir al pueblo, a la casa de mis bisabuelos, instalar wifi y emprender. Vivalaboca es el resultado de no poder seguir sin trabajar, por una cuestión económica y por una cuestión mental. Yo no podía seguir parada, estar así de marzo a septiembre fue, para mí, demasiado tiempo sin hacer nada. Así que decido que voy a construir un lugar, una marca estudio; evidentemente en ese momento no lo vi tan, tan claro, pero ese sería el resumen a día de hoy. Decidí que tendría este nombre, Vivalaboca, que era un nombre que tenía en la cabeza desde el año anterior para algún proyecto. Desde ahí empiezo a pensar qué sé hacer y cómo puedo monetizarlo, porque en ese momento llevaba sin trabajar unos seis o siete meses. Es así como nace esta iniciativa, desde la necesidad, y hoy es una elección absoluta. Vivalaboca es mi casa profesional. Aquel leit motiv surgió como “Vivalaboca, la boca para comer, beber y hablar de movidas”, porque esto último permitía no concretar demasiado en qué formato ni de qué manera, pero dejaba claro que era un proyecto dedicado a la comunicación. Hoy ha crecido muchísimo, no es sólo mi perfil en redes sino que también es mi casita profesional, en la que quien quiera o lo necesite puede encontrarme para crear proyectos de comunicación gastronómica en muchos formatos diferentes. Desde aquí escribo, edito, asesoro, coordino o producto todo lo que un cliente necesite. 

Y poco a poco también te vas adentrando en el mundo de la coctelería, que te cautivó y hoy es uno de tus mayores objetos de estudio. ¿Cómo se dio este amor por la gastronomía líquida?

Me adentro en este mundo gracias al Grupo Sala de Personal, en Mallorca. En un principio ya conocía los tragos clásicos: margaritas, cosmopolitan, mojitos, sabía lo que era un negroni… pero en un primer momento no me había picado la curiosidad. En 2021, en Palma de Mallorca y después de ver una clase en Campari Academy, vi que había unos chicos que basaban su carta en “la identidad de la isla de Mallorca” (lo que me lleva de nuevo a Around the table with y a mi interés por las identidades), así que me bajé a su bar esa misma noche. Allí probé su carta que, por cierto, fue ganadora de FIBAR 2020 a Mejor carta del año. Se llamaba “Paisajes de Mallorca” y la crearon los chicos de Chapeau Palma. Probé sus cócteles y sentí estar viviendo algo nuevo para mí, que es que alguien plantea en un trago algo que va más allá de la mera reproducción de una receta clásica. Esto me genera muchísimo interés y desde ese verano allá donde voy y hay cócteles los pruebo y, aunque me gustan los clásicos, tengo mucho interés por la coctelería de autor y ver cómo un coctelero, igual que un cocinero con su menú, puede transmitir y contar una filosofía y un mensaje. Ese amor se ha ido desarrollando poquito a poco, visitando muchos sitios, priorizando cuando viajo ya no solo restaurantes, sino también el poder visitar coctelerías, y creo que es un amor que ha llegado para quedarse. 

Claudia González Crespo tras recibir el premio al Mejor contenido para redes sociales y mass media en FIBAR 2023.

Y de ahí nace Tragoymedio, tu podcast con el que mantienes charlas con diversas personalidades del mundo de la coctelería. ¿Cómo nace esta idea?

Llevaba un tiempo pensando en que quería probar el formato podcast, gestionándolo yo de comienzo a fin. Quería ponerle voz a un proyecto propio, que no fuera para un cliente o un medio de comunicación. También quería que fuera parte Vivalaboca, tenía ganas de invertir en mi propia marca. Tragoymedio llega porque me parecía complicado empezar un producto de cero, en el sentido global de lo gastronómico, posicionarlo, diferenciarme, etcétera. Así que pensé: “tengo el equipo, lo tengo todo… ¿y si lo centro en el mundo líquido? ¿En este mundo del que me estoy enamorando y que estoy descubriendo?”. Además, viviendo en Madrid, con la oportunidad que supone estar en un lugar con una oferta tan amplia, podría volcar todo lo que estaba probando y aprendiendo en este medio. Y es así como surge, con la inestimable ayuda de Borja Triñanes, bartender y director creativo del Grupo Ginbo. Escribí a una serie de personas a las que conozco del mundo del cóctel, las tanteé para saber si les apetecería participar en el podcast, y Borja no sólo me dice que sí, sino que quiere implicarse y echarme una mano en este proyecto porque le parece que tiene mucha valía. El foco de Tragoymedio es hacer una foto de la coctelería española a fecha de hoy, lo más 360 posible, e incluyendo perfiles de profesionales que no sólo son bartenders, sino también contar con asesores, consultores, periodistas, comunicadores… y bartenders que también son profesores (como es el caso de Esther Merino, del Basque Culinary Center), desarrolladores de bebidas, gente que trabaja con la creatividad pero que no tiene una barra en la que servir el trago. Éste ha sido el objetivo, conseguido, de esta primera temporada; yo quería publicar cada viernes durante todo el verano de 2023, y una vez hecho tendremos que ver cómo continuarlo.

De hecho, hace apenas unos días recibiste una nominación en los premios FIBAR 2023 a mejor contenido de redes sociales. ¿Cómo has vivido esta nominación?

Con muchísima, muchísima ilusión y un profundo agradecimiento. Estos premios, convocados por FIBAR, involucran a más de 100 profesionales de la industria, que son quienes nominan candidatos, tres por categoría, y quienes otorgan los premios. He terminado esta primera temporada del podcast, que he autoproducido y que es un proyecto en el que he invertido dinero, y tras reflexionar vi que tenía sentido hacerlo para el público, para la industria, para el sector. Porque, de haber sido sencillamente un hobby, habría sido un hobby carísimo (ríe). Así que he recibido esta nominación como un “sí” a esta pregunta, como una respuesta a cuando me cuestionaba si mi esfuerzo merecía la pena. Es como un gran abrazo lleno de reconocimiento porque ha supuesto mucho trabajo.

Pero es que no solo te nominaron, sino que finalmente este martes te galardonaron. ¿Qué ha supuesto para ti y cómo has recibido la noticia?

Te prometo que no lo esperaba. Tenía dos grandes compañeros de nominación: Elvira Aldaz, súperexperta en divulgación de destilados y muy, muy experta en sake y shochuy una de las personas a las que he entrevistado; y Danil Nevsky, un auténtico pro de redes sociales y que ya fue ganador de este premio en otra edición y que tiene muchísimos más seguidores. Iba muy tranquila porque no pensaba que el premio fuera a ser para mí. Ha supuesto una enorme sorpresa. El nivel de alegría y de felicidad que he sentido no lo puedo explicar. Recibí la noticia en una gala llamada Noche de Gallos, rodeada de gente del sector, rodeada también de conocidos y de amigos. Fue una gran alegría tenerles cerca en ese momento. Realmente lo recibo como un impulso; muchas veces cuando haces algo sola necesitas a alguien que te dé una palmadita en la espalda y te diga: “lo estás haciendo bien”. Con este premio me volví a casa con esa sensación, más de abrazo que de palmadita en la espalda, y sintiéndome muy orgullosa del trabajo hecho, francamente. Me siento enormemente agradecida a esta industria que me ha abierto las puertas, que me han prestado sus espacios y su tiempo.

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