Se acaba de estrenar en España la película Chef del estadounidense Jon Favreau. Se podría analizar desde muchos puntos de vista, pero el que más me llamó la atención no fue el cinematográfico (no deja de ser una comedia entretenida, pero sin más), sino el sociológico. En la peli aparecen las tendencias más contemporáneas en lo que al mundo de la cocina se refiere:
1. La importancia de Twitter como herramienta de márketing, especialmente para la gastronomía. El cocinero despechado con un crítico no llega a saltar a la fama si no es por esta red social en la que lo introduce su hijo de diez años. Tampoco hubiera conseguido que su nuevo camino fuera del restaurante a bordo de un food truck pasara de mera anécdota si no llega a ser por los tuits que su hijo envía con fotos, vídeos y localizaciones del camión en su travesía entre Miami y California. En la peli se incorpora un recurso del cómic como los bocadillos para indicar lo que tuitea cada persona y es que, a veces, en la vida real, esos bocadillos parecen también existir de alguna manera. Quizás por la potente defensa que hace la peli de esta red social, el título en español está antecedido del cuadradillo #Chef, que en Twitter identifica un hashtag o etiqueta que marca temas de conversación (aunque en Twitter sea realmente #ChefMovie).
2. La relevancia de una comida sencilla y honesta frente a una elaborada y clásica. El protagonista, el chef Carl Casper trabaja en un restaurante de alta cocina en el que se repite el menú una y otra vez porque su propietario dice que «funciona» y es lo que espera el cliente: Huevo poché con caviar, sopa de cebollas, vieiras y coulant o fondant de chocolate. El cocinero, sin embargo, sueña con platos que practica en casa y a deshoras en el restaurante. Su intento de incorporarlos al menú fracasa y toma la decisión de volver a sus orígenes, a la comida en la calle en food truck o camión para vender sándwiches cubanos o medias lunas. Comida sencilla, pero que hace disfrutar con honestidad a sus clientes y que, sobre todo, le hace ser feliz.
3. La venta de comida en camión o food trucks como sinónimo de felicidad frente a la del restaurante. Esta idea cada vez toma más adeptos, entre los estadounidenses, que consideran la rigidez del restaurante una traba para el disfrute no solo del cliente sino del propio chef. El cocinero que asesora la serie, el coreano criado en Estados Unidos, Roy Choi, es considerado uno de los impulsores del movimiento de los food trucks y de un grito que clama en contra de la sofisticación de la cocina.
En esta película se reclaman los sabores más tradicionales de este país, como la famosa barbacoa de Texas o los platos fascinantes de la cocina cajún de Nueva Orleans, así como el mestizaje, que hace que sean muy apreciados los cubanos, como se conoce a los sándwiches que borda el chef de la peli, con los que recupera no solo su prestigio, sino a su familia y felicidad. Pero todo esto no hubiera sido posible sin los mensajes instantáneos entre móviles y, por supuesto, Twitter, un medio para fomentar el activismo gastronómico, y en el que también, como en la cocina se puede ser sencillo y honesto.
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Si quieres saber cómo hacer el sandwich cubano visita el post con la receta en El chef ha muerto.