El embajador de Japón en España Kazuhiko Koshikawa se preguntaba qué tenían en común la cocina española y la japonesa. Y lo primero que se le ocurrió fue que eran dos cocinas en las que los ingredientes se sirven con todo el protagonismo, desprovistos de salsa. También los huevos y el pollo, que llegaron a tierras niponas gracias a los barcos que salían desde México a Filipinas, parte del Imperio de Felipe II. Sin embargo, en los últimos años lo que más ha unido a España y Japón en lo gastronómico ha sido un chef: Ferran Adrià.
El cocinero de elBulli viajó por primera vez a Japón en 2002 y desde 2007 reconoce que su cocina estuvo contaminada de la poesía culinaria nipona. Para Ferran, Japón es «otro universo», el primero del que beber para innovar en la cocina en la actualidad.
En agradecimiento a esta «contaminación» que ha reconocido y divulgado por todo el mundo, Japón hizo entrega el pasado jueves 10 de diciembre a Ferran Adrià de la Orden del Sol Naciente con Rayos Dorados y Roseta.
Desde que el chef catalán colgó la chaquetilla al reconvertir el restaurante elBulli en Fundación en 2011, no vestía de blanco. Solo lo ha hecho para recibir este reconocimiento que dedicó a su socio fallecido Juli Soler.
Es el primer cocinero occidental en recibir esta distinción, pues aunque los cocineros de la nouvelle cuisine como Robuchon o Bocuse visitaron Japón y se inspiraron en su cocina, nadie la había divulgado con tanta pasión.
La distinción fue entregada en un acto emotivo en el que se brindó con sake y cava, al que también acudió la esposa del cocinero, y los amigos de éste, muchos cocineros que han combinado la sabiduría nipona con el estilo español como Ricardo Sanz de Kabuki, Pedro Espina de Soy o Joaquín Felipe (ahora en Florida Retiro), así como la directora de The Foodie Studies, Yanet Acosta.