Borja Beneyto, conocido en las redes sociales como matoses, es el mejor rastreador de restaurantes en el panorama gastronómico en España, aunque su trabajo se extiende a diversos países. En una clase en exclusiva para el Master de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies, Borja destacó como impulso a divulgar todo lo que encuentra que cree de valor (solo menciona los restaurantes que cree que merece la pena compartir) el instinto por el que comenzó en el mundo del periodismo gastronómico: compartir con los amigos los sitios que le gustaban y por los que siempre le preguntaban cuando viajaban o tenían un compromiso o una celebración.

Así comenzó con su cuaderno Matoses en un blog cerrado inicialmente y que terminó por abrir públicamente al comprobar que contaba con más de 10.000 visitas diarias. Entonces se unió a un periódico digital (El Confidencial) y tras su desencanto por el traslado del contenido a la sección de corazón, se lo llevó al diario El Mundo. En ese momento empezó a colaborar con prensa española e internacional como Traveler The Food&Wine. Pero hace seis años perdió aquella motivación que le llevaba a escribir semanalmente. «La gente había dejado de tener ganas de leer y solo buscaba lo visual», aseguró al alumnado del Master de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies.

Entonces paró hasta que se volvió a enganchar a una red social que inicialmente le permitía compartir esos restaurantes que más le gustaban con los amigos y conocidos y convertirse en un archivador de experiencias. A la vez, en esa época tomó la decisión de dejar su carrera en el mundo del marketing para dedicarse en exclusiva a la gastronomía a través de Brandelicious.

Instinto y curiosidad

Para Borja lo fundamental para elegir un restaurante que no se conoce es tener «instinto» y «mucha curiosidad». Y aunque reconoció que prefiere llegar a un restaurante sin que le conozcan, después de 20 años su cara empieza a ser más o menos reconocida. Su influencia, también. Admitió que después de mucho pensárselo ha dado a conocer a varios restaurantes (uno en Menorca, otro en Barcelona y otro en Madrid) cuyo negocio cambió radicalmente. Se llenaron. Eran ese tipo de restaurante que casi nadie conocía y que eran realmente buenos. Pero se decidió a darlos a conocer porque «era egoísta guardármelo y se lo merecían». Eso sí, «cambiaron totalmente».

Será eso lo que hace que muchos intenten escribirle y llevarle a un sitio u otro, pero todo esfuerzo es en vano. Va siguiendo su intuición y rastreando sobre todo en estos tiempos a los restaurantes que miran hacia dentro, hacia el producto, hacia su identidad y sus raíces. «Esta es la tendencia gastronómica», confesó en esta clase para el alumnado de The Foodie Studies.

Sus fuentes de inspiración narrativa han sido los críticos gastronómicos españoles de la Transición y la Movida: Xavier Domingo, Manolo Vázquez Montalbán, Víctor de la Serna padre. Todos ellos —aseguró— tenían «cultura, prosa y libertad». En aquellos años la prensa se pagaba bien y ahora no, añadió. Quizás sea ese, para él, el motivo por el que en la actualidad ningún periodista o crítico gastronómico le haya inspirado, a excepción de Rafael García Santos.

No obstante, se mostró optimista con lo que está por venir. Para él hay opciones de trabajar el periodismo gastronómico desde otra perspectiva a través de otro tipo de negocio y desde el pluralismo informativo. Destacó los ejemplos de las revistas Noble Rot y Fool y resaltó las nuevas propuestas españolas como Huleymantel y el próximo fanzine de Innoble.  Además, también es optimista con el lector y la lectora actual: «la gente sabe discernir».

Tras más de 300 restaurantes y 4.000 platos al año hasta la aparición de la COVID-19 y que ahora recupera a buen ritmo (120 viajes solo en lo que va de año), cultura, memoria y criterio, son su herencia y así lo ha compartido con el alumnado de este IX Master de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies.

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