La infancia de Cristian Schleu es aroma de higuera mediterránea y de frío berlinés, mercadillos y aromas de la cocina sencilla de Felisa Remón, cocinera navarra en la casa familiar. Entre platos de calamares rellenos y pies de cerdo de su familia catalana y de goulash y käsekuchen con albaricoques de sus abuelos berlineses.

Cursó estudios de Geología, entró en una agencia de publicidad y tras 11 años de trabajo abrió un restaurante en Barcelona llamado Helsinki. Lo cerró tres años después para estudiar cocina en la escuela Hoffman de Barcelona y abrió Le coq & the burg con una carta de huevos, hamburguesas, postres y zumos al lado de Sagrada Familia. El negocio iba viento en popa pero una operación de espalda lo llevó de vuelta a la publicidad. Ahora la literatura le ha devuelto a los fogones.

Hace unos meses presentó su novela en el Festival Tenerife Noir de la mano de otra autora de novela negra gastronómica y directora del Máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies, Yanet Acosta. Aquí la conversación de aquella mañana lluviosa en el Palacio de la Carta en Santa Cruz de Tenerife.

Presentación del libro ‘Muerte en tres texturas’ de Cristian Schleu de la mano de Yanet Acosta en el Palacio de la Carta en Santa Cruz de Tenerife en el Festival Tenerife Noir

Yanet Acosta: Has dicho en alguna ocasión que siempre soñaste con escribir un libro, pero ¿era una novela negra gastronómica el objeto de tu fantasía?

Cristian Schleu: La verdad es que no, pero viendo como se ha desarrollado todo, ahora, desde aquí, digo que parece que estaba escrito. Siempre me han gustado las historias y he escrito muchas de formato corto ya que me he dedicado durante muchos años (y aún lo hago) a la publicidad. Después hubo un paréntesis en mi vida donde abrí dos restaurantes como cocinero, al mismo tiempo que estudiaba cocina en una escuela de hostelería. Y después estuve durante cuatro años aprendiendo narrativa y novela en la escuela de escritura del Ateneu Barcelonès. Visto con la perspectiva de los años, ha sido todo un proceso muy orgánico que tenía que desembocar en este gastrothriller.

Y.A.: Tu vida parece ir de un lugar a otro pero confluye en la escritura. ¿Qué hay de publicidad, cocina y geología en ella?

C.S.: Jajaja, ¡mucho! Al escribir tiro mucho de imaginación, pero también de documentación y de experiencias y anécdotas que te llevan de una parte a otra.
La publicidad diría que ha influido en la manera de moverme neuronalmente. La creatividad, aunque no lo parezca, se trabaja. Y me ha dado contenido, y también mucho formato.

Y.A.: ¿Por qué un asesino en serie y por qué Londres? (A lo Jack el destripador versión culinaria)

C.S.: Londres es una ciudad muy rica en cuanto a restauración. Te encuentras con mucha riqueza gastronómica en este sentido. Restaurantes libaneses, indios, paquistaníes, italianos, japoneses, mexicanos, españoles… Sería la representación perfecta de lo que son las cocinas de muchos restaurantes en cuanto a sus integrantes: una eclosión de culturas. Aparte de esta razón, la otra es la que tú señalas; Londres tiene ese tinte de misterio e intriga gracias a que ha sido la inspiración de muchas historias del género.

Y.A.: En las novelas gastronómicas, se me ocurre ahora la última de Bofard, hay un fuerte pesimismo frente a la profesión: demasiadas horas de trabajo duro y escasa recompensa. En tu novela, sin embargo, percibo optimismo hacia la profesión y un nivel económico acomodado entre los chefs protagonistas.

C.S: Bueno, es un caso muy concreto el que atañe al protagonista. Tampoco se podría extrapolar al sector de la restauración. Pero al margen de esto, tampoco percibo tanto optimismo… La misma historia de Tsu, el coprotagonista japonés, muestra de todo menos facilidades para ejercer la profesión.

Y.A.: El machismo estructural de la hostelería se refleja en algunos detalles de tu novela, Guada es la mejor, pero ocupa un discreto puesto, chefs y sous chefs son hombres y blancos.

C.S.: Bueno, se refleja en algunos detalles y también se menciona explícitamente en algunos pasajes. Es un hecho que todavía existe y que para revertirlo aún quedan años de conciencia y de empoderamiento. Y aunque en la novela aparezcan mujeres que sí lo han logrado (Leónide, por ejemplo), justamente se recalca el doble esfuerzo que han hecho para llegar hasta ahí.

Y.A.: Otra de las constantes que recoges de quienes viven de la hostelería son las copas de después de trabajar, son para hacer equipo o para escapar de él?

C.S.: Jajaja, pues un poco de todo. Todo depende de la situación y del momento en que se encuentre cada uno. Aunque hay que decir que si las bebidas alcohólicas forman parte de tu espacio de trabajo diario, es fácil recurrir a ellas puntualmente de forma grupal y, desgraciadamente, a veces también a nivel individual.

Y.A.: El papel de la red social Instagram es fundamental en tu novela como lo es actualmente en la gastronomía y como lo fueron en el pasado otras redes. ¿Por qué esta herramienta literaria? ¿Hablar de WhatsApp y de otras apps que en un tiempo puedan dejar de existir cómo es el caso de Twitter pueden hacer envejecer las novelas antes de tiempo?

C.S.: Bueno, es una realidad que funciona como una herramienta literaria, pero es una realidad al fin y al cabo. Hay novelas que envejecen más prematuramente que otras, pero no por ello serán más o menos interesantes. Incluso las que peor envejecen, plasmarán en un futuro la realidad que hubo en un momento. Creo que envejece antes el formato, dejando de interesar la prosa que se utilizaba, que el contenido. Hoy en día se estila mucho los capítulos cortos y ritmos acelerados; ahora “El nombre de la rosa”, por poner un ejemplo, no sería el bestseller que fue en su época por su forma, pero no por su contenido.

Y.A.: Si hay un personaje seductor en la novela para mí es Tsu un japonés superviviente que se dedica a aprender cocina por el mundo. ¿De dónde sale?

C.S.: Pues de esas redes neuronales de las que te hablaba antes, jajajaj. En un principio me debatía entre dos perfiles para el protagonista; uno más racional, cauto y forjado en la “old school”, y otro más expeditivo y nativo digital; al final me pregunté por qué no podían ser los dos, y eso me dio pie para caracterizar al japonés de una manera más auténtica, original y sugerente, como lo es a través de los ojos de Philippe, su mentor. Creo que hacerlo en primera persona le hubiera restado fuerza.

Y.A.: Qué tipo de lector imaginas que lee Muerte en tres texturas? Frikis de la cocina, gentes del mundo de la hostelería?

C.S.: Creo que la leerán amantes de la cocina, frikis y no tan frikis, y también gente ávida por un buen thriller y que le suenen ciertos aspectos gastronómicos. Los realities de cocina y las redes si algo han hecho es democratizar la cocina y sobre todo la alta cocina. Puede que no sepas usar agar agar, pero te sonará qué es una esferificación y quién la puso de moda.

Y.A.: Uno de tus personajes habla de la falta de moralidad de unos platos que buscan el sabor de siempre a precios disparados. ¿Compartes esta visión?

C.S.: Bueno, a veces sí. Cuando sabes lo que hay detrás, te vuelves más exigente. Existen platos sin sentido que tienen técnicas que no suman. Este es el postureo al que me refiero y que lo pagamos sin saber muy bien por qué. Otras veces se valora el i+d que hay detrás de un plato y eso, al menos yo, lo pago encantado (eso y los costes de luz, de agua, el servicio, la inflación…). Pero más allá de la búsqueda del “sabor de siempre”, lo que valoro en muchas ocasiones es el maridaje de sabores o la mezcla de texturas, por ejemplo. Alimentos que se complementan a la perfección y que nunca hubiese caído en la cuenta.

Y.A.: Sé que estás con la segunda novela, ¿continúas en clave gastro noir?

C.S.: Tengo algunas ideas que faltan enlazar, y sí, en un principio es en clave gastro noir. Me gusta mucho cocinar, comer y escribir. ¿Qué más puedo pedir?

Cristian Schleu firmando un ejemplar de su libro ‘Muerte en tres texturas’ en el Palacio de la Carta en Santa Cruz de Tenerife

La literatura inspirada en la gastronomía, el noir gastronómico, el gastrothriller o la novela negra gastronómica es una de las materias que se trabajan en el Máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies. Escríbenos si quieres saber más a info@thefoodiestudies.com

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