Alfonso Armada es un periodista al que muchos seguimos en El País durante la Guerra de los Balcanes y más tarde en el ABC. Este año nos ha sorprendido con un libro titulado El misterio de Vega Sicilia sobre la mítica bodega española perteneciente a la familia Álvarez en el que se ha empleado a fondo —junto al fotógrafo Luis de las Alas— haciendo, según él, lo que debe hacer todo periodista: documentarse a través de lecturas históricas y actuales y, sobre todo, caminar por sus viñedos.
En el libro participan todas las personas que intervienen en el proceso de elaboración de este vino asociado al mundo del lujo. Desde el viticultor hasta el tonelero y el enólogo. Y su escucha se hace notar a través de las historias que cuentan de sus vidas, en muchos casos de orígenes humildes. Armada dice que se sorprende de la pasión con la que muchos hablan de su trabajo y cree que el secreto está en que cada uno se toma su tiempo para hacer un trabajo bien remunerado. Esta es la clave también en cualquier otra profesión, incluida la periodística.
Este ensayo, que el autor describió como «un viaje» tanto físico —recorrió los viñedos y bodegas de todo el grupo Tempos Vega Sicilia en el que se agrupan cinco bodegas: Bodegas Vega Sicilia S.A, Bodegas y Viñedos Alión S.A., Bodegas y Viñedos Pintia S.A., Benjamin de Rothschild & Vega Sicilia S.A. y Tokaj-Oremus Kft. (las cuatro primeras en España y la quinta en Hungría) — como de aprendizaje, pues se embarcó en el proyecto sin saber nada sobre el mundo del vino para concluir incluso con la amistad de algunos de sus protagonistas, como el viticultor, Julio César Redondo.
A diferencia de lo que suele ocurrir en el relato gastronómico construido durante décadas, Alfonso Armada se fija como objetivo «valorar todas las voces» y no solo las de los empresarios, de quienes indicó que tienen una cultura paternalista que exige compromiso a sus empleados.
Armada, profesor invitado del X Master de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies, propuso al alumnado abordar la temática gastronómica desde la complejidad del relato y se mostró partidario de la vuelta a «las esencias del periodismo», pisando el terreno y escribiendo con «cuidado y amor a las palabras».
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