(Reseña publicada en la revista de divulgación científica The Foodie Studies Magazine nº 7)
Por Luis Enrique Pereira Brenes
En el camino de mi formación académica empecé a transicionar de las recetas y técnicas que enseñaban en clase a los conceptos e ideas que están inmersos en ellas. Me di cuenta entonces que la alimentación es multidisciplinaria. Me atrevería a decir que hay muy pocas disciplinas que se escapan de tener un punto de encuentro con ella aunque sea en lo más mínimo. También se dice que es universal. Para Bee Wilson tanto la muerte como la necesidad de alimentarnos son realidades incuestionables de nuestra humanidad. Sin embargo, ¿cómo se manifiesta esa universalidad? Hablar sobre alimentación no es tarea fácil. Lo único sencillo es el hecho que todos y todas comemos. De ahí en adelante, tiene tantas variantes como estrellas el firmamento. Parte de mi experiencia en este aprendizaje fue encontrarme con Los siete pasos de la danza del comer que como manjares irresistibles se servían en la obra de la prestigiosa escritora costarricense Marjorie Ross.
Si todos y todas comemos, nadie pueda escapar de las virtudes de los alimentos, por ello, sean especialistas o no, toda persona tiene algo que aportar al respecto: una historia, una breve anécdota de algo tan transcendente como el recuerdo de lo que cocinaba su abuela. Y la alimentación no es un proceso estático, pues al igual que la danza se mantiene en constante movimiento y cambio.
Los alimentos que ingerimos se transforman en una sustancia dentro de nuestro cuerpo. Los ingredientes no se congelan como un bodegón, son sometidos a pruebas, combinaciones y las semillas que antes daban frutos en una tierra ahora lo hacen del otro lado del mar, y además, ¨la cultura culinaria es un sistema de símbolos, expresión de las estructuras más inconscientes de cada pueblo, por medio del cual le otorgamos significado a nuestra propia experiencia culinaria» (pág, 33).
Los pasos de esta gran danza son comer como instrumento que fomenta el aprendizaje significativo, la relación con el impacto en el planeta entero, fomento para la creatividad, fortalecimiento de identidades, espacio de simetría humano y el alimento como conocimiento y constructor de tiempo de calidad en torno a la vida. Todos ellos permiten entender que el acto alimentario es una ida y vuelta, donde se da y se recibe, en un proceso que carga una cuota de amor y está ¨impregnada de significantes emocionales, que pueden marcar la diferencia entre tolerancia e intolerancia, amor y odio, salud y enfermedad¨ (pág. 103).
Por ello la autora destaca que:
¨Al comer establecemos una relación íntima de intercambio con lo que nos rodea (…) una relación con el entorno, con el ambiente, con el agua, la flora y la fauna¨ (pág, 5).
Uno de los capítulos más llamativo, porque permite entender cómo se transmite, pierde o conserva el saber culinario y me recordó al Habitus de Bourdieu, es el de la memética, un método fundado por el biólogo Richard Dawkins, y que Ross utiliza como base de toda su investigación. Un meme es una unidad de replicación de la cultura humana que se transmite de un individuo a otro, puede manifestarse de múltiples formas y en principio se le asocia por analogía con los genes. Se puede replicar a través de la sociabilización, la transmisión oral, la educación, medios de comunicación o la imitación. Según Ross, ¨una copia del meme se hace en la memoria de otro individuo, haciéndolo a él portador del meme» (pág,15).
La autora expone que si la cultura la viéramos como una gran sopa, los ingredientes que la componen serían los memes, entre ellos: manuscritos, revistas, internet, la palabra oral y escrita, objetos e imágenes. En lo culinario se encuentra qué es considerado comestible y que no, creencias sobre nutrición, cómo, cuánto y con quién se come, quién prepara los alimentos, las maneras de prepararlos, los rituales, tabúes y tiempos de comidas, maneras de montar la mesa, entre otros.
La obra de Ross es un texto con una vasta bibliografía, que aviva el interés de incursionar en toda imagen que se mira, en toda poesía que se lee y querer investigar los textos de antropólogos, liguistas, sociólogos y artistas como el descubrimiento de ¨Paisajes Domésticos¨ de Carlos Poveda, el fragmento del ¨Caldillo de Congrio¨ de Neruda, el simbolismo del delantal o las reflexiones de Maturana así como el texto titulado ¨El código del corazón¨, que recuerda a la novela ¨Como agua para chocolate¨ de Laura Esquivel.
Este libro es en definitiva una herramienta orientativa que hace conscientes a los interesados en las áreas sobre las cuales tiene influencia el comer. Siete pasos que nos orientan sobre su universalidad.
Qué hermoso es leerte y saber que pones tu mirada con amor en las palabras!
Gracias por esto