Debido a mi labor profesional he buscado siempre herramientas de trabajo con fines terapéuticos para mejorar el bienestar físico, mental y emocional de personas de todas las edades.
El hecho de introducir la cocina como terapia se debe a la certeza, tras años trabajando en ello, de que el proceso que se establece en la cocina ayuda a la resolución de conflictos, el desarrollo de habilidades sociales, el control del comportamiento, la reducción del estrés, el aumento de la autoestima y la autoconciencia.
La cocina como terapia es un tipo de terapia psicológica realmente nueva que la utiliza como herramienta de estimulación cognitiva y desarrollo personal.
Es un nuevo modelo de intervención psicoterapéutica. Normalmente existe una energía y una emoción en el cuerpo que tenemos que procesar. Si no lo hacemos puede tener un impacto negativo. Buscamos liberar esas emociones, una catarsis ,que la convierte en instrumento de comunicación entre el paciente y el profesional.
Por un lado “la cocina como terapia”, trata de ser un proceso terapéutico que, de modo espontáneo y creativo pueda llevar a la realización personal y el bienestar físico, mental y emocional.
Por otro lado, se presta especial atención al producto de esa producción, ya que es una forma de comunicación simbólica, no verbal, de percepciones y conflictos que quizás no sean expresados por medio del diálogo y de esta forma pueden ser identificados y resueltos.
En este proceso y desde una perspectiva terapéutica, la cocina brinda un potente instrumento como herramienta de cambio sustancial que ayuda a desarrollar determinadas habilidades personales, va mas allá de las palabras ,más allá de la mente racional, aprovechando el yo más auténtico.
Es un pequeño laboratorio emocional donde usamos la cocina como lenguaje y no como un interrogatorio verbal, donde se puede distraer la mente ,proporciona la sensación de evasión; las personas no piensan que es terapia ,de forma que puede ayudar de manera natural a alcanzar un estado de salud mental positivo.
Al encontrarse en una situación de “ocio” la naturalidad es espontánea y la interacción con los otros, con los medios de trabajo y con los productos proporcionan una información llena de riqueza y matices que en el ámbito del gabinete no aparecen.
El nivel de interacción de trabajo grupal proporciona a ellos mismos un elemento de feedback continuo y muy valioso para tomar las riendas de su situación personal, sea la que sea.
La cocina nos reporta una base sólida de trabajo puesto que se trata de un proceso estructurado y creativo, debe su existencia a lo humano, a lo más primitivo en la escala de necesidades, manifiesta nuestra posibilidad de transformación y creación mas allá de lo biológico y crea nuestros primeros vínculos.
Es una actividad que motiva a la consecución de una meta, proporciona un sentido de logro a un fin satisfactorio con técnicas nuevas donde se olvidan los problemas y te compromete a un trabajo productivo, la gestión del tiempo, la organización y planificación de habilidades.
Se trata de una activación conductual orientanda a objetivos, proporcionando nuevas habilidades de afrontamiento, frenando la dilación y la pasividad.
Conseguimos además el refuerzo de comportamientos, la elaboración de una rutina constante, una comunicación eficaz, la reducción de comportamientos desafiantes y nuevas habilidades de comunicación, social y de lenguaje.
Mejora la interacción, alivia el estrés, aumenta la autoestima y frena el pensamiento negativo
Por una parte desarrollamos la conciencia sensorial ,los sentidos se activan, ya que cocinamos con la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído. Los aromas, la sensación de texturas de los alimentos, los colores y los sabores se convierten en un medio de experiencia sensorial.
Es una auténtica terapia de integración sensorial y ayuda a lidiar con lo que se ve, se huele, se escucha y se saborea.
Proporciona el desarrollo de la atención, de las habilidades vitales, auditiva, táctiles, de lateralidad, de la memoria, del sentido espacio-temporal, de las habilidades superiores de pensamiento, de las inteligencias múltiples, de la creatividad y de las funciones ejecutivas, la cocina nos brinda un apoyo indiscutible para desarrollar esas habilidades y reforzar el proceso de mejora de esas dificultades.
Por otra compartir el proceso de cocinar y comer con los demás es muy útil, pues algunas personas se sienten socialmente aisladas por lo que tener la excusa para estar en la cocina o en torno a una mesa con otros aumentan las habilidades sociales y la confianza.
La capacidad de comer y compartir la comida es muy primario. Es un aprendizaje vivencias pues aprendemos de la experiencia participativa y activa mejorando la capacidad para desenvolvernos.
La cocina nos reporta una base sólida de trabajo a los psicólogos puesto que se trata de un proceso estructurado y creativo, debe su existencia a lo humano, a lo mas primitivo en la escala de necesidades, manifiesta nuestra posibilidad de transformación y creación mas allá de lo biológico. Crea nuestros primeros vínculos.
Se construye en el curso del proceso psicoterapéutico que requiere la mutua colaboración para la consecución de metas terapéuticas.
Por otra parte, el nivel de interacción —de trabajo grupal—proporciona a ellos mismos un elemento de feedback continuo muy valioso para tomar las riendas de su situación personal, sea la que sea.
Implica una planificación estructurada, una organización, un límite de tiempo, comprensión, consciencia sensorial (estar atento a no quemarse, no cortarse), movimiento y coordinación, desarrollo cognitivo en la resolución de problemas.
Es una herramienta eficaz para desarrollar competencias tales como el trabajo en equipo, el liderazgo, la creatividad, el nivel de resilencia (tremendamente significativo), la posibilidad y la motivación. Se hacen eco en el proceso creativo, el autoconocimiento, la autoestima, los facilitadores emocionales ,tales como optimismo, humor, creatividad, automatización y las conductas asertivas forman parte del hecho de practicar la cocina bajo estas condiciones
Es un aprendizaje de uno mismo, de sus actitudes y aptitudes, de redirigir hacia sus propios objetivos, de gestión de emociones, y al mismo tiempo de cocinar y disfrutar de la cocina.
La utilización de la cocina como instrumento terapéutico, por un lado, y su aplicación en distintas áreas relacionadas con un proceso de facilitación de identificación, de ruptura de resistencias psicológicas en un entorno grupal.
Este espacio permite crear un centro creativo y comunicacional, donde reforzar la tolerancia, el respeto a las ideas de otros y la comunicación interpersonal.
Esto me ha llevado a una investigación exhaustiva acerca de los aspectos positivos y de utilidad eficaz de la psicología del cocinero.
Estoy agradecida al espectacular resultado que he obtenido a través de la cocina, tanto si hablamos de patologías como de trabajo grupal en el entorno empresarial.
Para mi es evidente que en la cocina poder pensar lo “invisible” abre nuevas visibilidades. El hecho de preguntarnos por lo que hay detrás, por lo que no aparece, nos puede llevar a desvelar el soporte de lo encubierto, trabajamos desde otras representaciones para poner palabras, nombrar, discriminar y ligar las presentaciones con las representaciones.
Me interesa la cocina saludable, comer para sentirse bien