Diversas edades, diversos orígenes, distintos acentos. Lo único en común, la lengua en la que se expresan y el vaso de agua sobre la mesa a la que se han ido sentando uno tras otro. Son personas con las que te puedes encontrar por la calle, pero que ahora están sentadas ante una cámara hablando de sí mismos a través del primer recuerdo de sabor en sus bocas. «Plastilina», dice una de las participantes en esta conversación creada a partir de la película Tentempié, gusto y memoria, dirigida por Jacobo Gavira y Luis Mengs.

Estas personas que se sientan más cerca o menos de la cámara, sin que haya indicación alguna, y que contestan a una serie de preguntas sin que se les haya advertido el tema sobre el que tratará la película en la que han aceptado participar, hablan de su época, recordando una despensa que hoy en día ya no existe en casi ninguna casa contemporánea. Y al hablar de sus gustos desvelan quiénes son/somos. Una boca que habla de chupar el marisco, frente a otra que se cierra con un gesto de asco, alcanzando así un lenguaje universal que arranca de los gustos que nos conforman como personas.

«Mi madre todo el día en la cocina» es un recuerdo de infancia que agría el gesto de quien lo dice. La rapidez al comer durante aquella niñez en la que se castigaba sin postre frente a la actual, que prefiere que sea algo rápido, y una juventud que huye de la mesa compartida para convertirlo en un acto íntimo. Son otros fragmentos de esta película en la que se sobrevuela por los recuerdos que expresan otros aspectos de la sociedad y su momento histórico.

Escuchar hablar de comida, dan ganas de hablar de comer. Así lo vivimos tras ver Tentempié, gusto y memoria en el Ateneo de Madrid este mes de julio tras su paso por el Festival de Cine de Málaga, en la charla posterior con Jacobo Gavira, Luis Mengs, Cristina Santamarina, Diego Navarro y Yanet Acosta.

Mengs afirma que el punto de partida de esta película eran los gustos, para lo que reunieron a varias personas indicándoles únicamente que se les harían unas preguntas ante un vaso de agua, «una oferta que nadie podía recharzar», bromea. Su objetivo de partida además era evitar a toda costa la pedantería de los profesionales de la cocina, por lo que no hay ningún experto en el tema, y que el mapa de las comunidades autónomas y de los acentos estuvieran representados.

La ilustración entra en la película a través de Jacobo Gavira, quien se inspira en esos primeros planos, con los que buscó detener la banalidad de la conversación. «Cuando la gente habla de comida se lo pasa muy bien y eso se nota en las entrevistas», asegura Gavira, para quien la parte estética de la cocina es enseñanza en los gustos de cada uno.

Diego Navarro, quien además de participar como entrevistado, es autor de la música de la película, que juega con el espíritu de la canción de Racalmuto Yep Roc Heresay/Mop Mop, y cree que la implicación de los jóvenes en la cocina depende del momento en el que se independizan.

Para Yanet Acosta, Tentempié, gusto y memoria no es una película «gastronómica» al uso, sino que aporta otra mirada que trasciende lo gastronómico en sí, para llegar a través de los gustos y recuerdos a la esencia de esas personas y sus formas de vida. Además, «es una película que cuestiona el autoritarismo con el que se suele hablar de la gastronomía porque eleva a autoridad la opinión de gente de la calle, algo que ya probamos Jacobo y yo cuando sacamos en 2011 el fanzine enCrudo con la idea de desbancar estas jerarquías», añade.

Cristina Santamarina, cuyo pensamiento sobrevuela todo el documental pese a no ser una experta en el tema, asegura que solo le mueve la pasión por la gastronomía en su día a día, pero para ella está claro que «comer y compartir la comida es un género cultural».

*La fotografía de portada es de Ariadna Acosta.

TENTEMPIÉ. GUSTO Y MEMORIA_TRÁILER FESTIVAL DE MÁLAGA

 

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