Fue en el verano cuando se inauguró Sobre la mesa. Semióticas de los alimentos, una exposición de la Biblioteca del Museo Reina Sofía que toma como punto de partida la obra Semiotics of the kitchen [Semióticas de la cocina, 1975] de la artista estadounidense Martha Rosler, una parodia de los programas televisivos de cocina en Estados Unidos en la década de 1960, en la que la artista nombra una serie de objetos del espacio de la cocina en orden alfabético que terminan siendo armas de denuncia del espacio al que el patriarcado reduce a la mujer.
En esta ocasión, la obra fue el arranque de una semiótica de la comida y de su complejidad, huyendo de la literalidad, según comenta Valeria Caballero, comisaria junto a sus compañeros del máster universitario en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual, organizado por la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Complutense de Madrid y el Museo Reina Sofía.
Caballero relata mientras tomamos agua con gas y café en el centro de Madrid, el proceso complejo de selección de una serie de palabras y de las miradas que acogería, así como los materiales que se expondrían. También se lamenta de la dificultad de búsqueda de según qué acepciones dentro de los registros clásicos, que en ocasiones se quedan cortos para unos nuevos tiempos en los que se buscan las relaciones entre el arte, el medio ambiente, la alimentación o el feminismo.
La exhibición, que se clausuró el pasado septiembre, estaba presidida por la pieza de Martha Rosler –que también ha inspirado recientemente otro trabajo, el de la periodista y cocinera Maria Arranz, El delantal y la maza y la performance The Soup en Madrid de Yanet Acosta junto a un grupo de alumnas y alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos.
El recorrido en los muebles expositivos de Sobre la mesa comenzaba con la A de Agua, que se acompañaba del trabajo activista del grupo Escombros, Agua S. O. S (1990), en una acción conjunta con Greenpeace, durante la cual visitaron una fábrica abandonada de la ciudad de Avellaneda, Argentina, y envasaron agua contaminada del río Riachuelo, convirtiendo cada botella en un objeto de conciencia.
Por la B, banana, uno de los productos de colonización y explotación más simbólicos en América y entre los materiales para expresar esta visión de la fruta, la portada del libro Banana Gold del periodista estadounidense Carleton Beals, en el que recoge su entrevista con Augusto César Sandino y las peripecias para lograrla.
Otras letras son la C de Carne con relatos como Poner el cuerpo de Marina Garcés, la E de Envase con las revistas LaLata, y L de Leche con obra de Cecilia Vicuña.
Llama la atención la F de Folklore en la que se ha incluido el trabajo de uno de los grandes artistas del Eat Art, Miralda y su Santa Comida, y la S de Sentimentalidad con una colección de postales en las que se recoge lo intangible de la comida y que tanto ha interesado en esta exposición: la relación de la comida con el entorno y con el trabajo de las personas, pero también con sus emociones y reacciones.
Entre las piezas fotográficas que más llamaban la atención, el retrato de Eduardo Arroyo con el sombrero Huevo frito a la española (1992) y una cenital de comidas y bebidas sobre la mesa de Alberto García-Alix (1995), junto con la que se convirtió en el cartel de la exposición, una foto de una cena impostada para el suplemento dominical de El Periódico titulada Falsa cena de navidad celebrada en casa de Ocaña (1982).
En The Foodie Studies celebramos con alegría la R de Receta en la que se incluye el maravilloso trabajo de nuestra egresada María Isabel Torres Siller junto a Andrés Jiménez Ruiz, el libro de la abuelita Fina, titulado ¿Y qué comemos mañana?: historias y recetas de Josefina Barbero Jiménez, que fue publicado por Table Times, proyecto final del Master de Comunicación y Periodismo Gastronómico de The Foodie Studies de la autora. Esta pieza estaba al lado del simbólico libro de instrucciones de Yoko Ono.
El papel de los químicos en la alimentación y de los transgénicos, así como la descolonización son otros temas bajo el mantel de Sobre la mesa, una exposición muy inspiradora que sería todo un acierto llevar a otros espacios expositivos fuera de Madrid.