Microrrelatos gastronómicos en el Máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico

Microrrelatos gastronómicos en el Máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico para celebrar el Día del Libro.

¡Hola! Mañana 23 de abril, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega, se conmemora el Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor. Para celebrarlo en el Máster de Comunicación y Periodismo Gastronómico The Foodie Studies dentro del módulo de Escritura creativa inspirada en gastronomía, impartido por Yanet Acosta, cada alumno hemos dejado volar la imaginación y hemos creado un microrrelato inspirado en el aroma del café. 

Experto pobre

Experimentó casi todas las temperaturas y métodos: expresso, infusionado y filtro. Cuando encontró el mejor método, ya no había granos que moler.

Por Alicia Sisteró

 

Caricia tostada

Te acercas y te cuelas en mí como una caricia nasal, golosa, de aroma tostado, como un amargo que pide muscovado. Desde la nariz al cerebro eres la campana que anuncia la mañana. Mi primer café.

Por Anna Tusell

 

Metamorfosis

Lo que nunca se imaginó el noble Moctezuma Xocoyotzin, al permitir que el aroma de “la bebida de dioses” fuera inhalada por sus fosas nasales, era que se transformaría en un simpático hombre de cafetos, con bigote, poncho y sombrero, llamado Juan Valdez.

Por María Carolina Riaño-Afanador

 

Buenos días, chica

Le ve de espaldas en la cocina mientras se cierra los vaqueros y busca el resto de su ropa en el suelo de la habitación. Recuerda la noche anterior y se lleva una mano a la cabeza. Tiene otra de sus resacas terribles. Él se gira para brindarle una taza de humeante lavazza y entonces ella sonrié. ¡Vaya! – piensa – no sabe hacer magia, pero sabe hacer café.

Por Claudia González

 

Sola

Se despertó sola por noveno día consecutivo, y al poner la cafetera italiana que hasta entonces compartía solo supo que ya no.

Por Cristina Carpintero

 

Purgatorio con sabor a café

Me desperté con ese aroma acogedor, parecía que estaba en casa. El humo del café salió por la ventana, en libertad, la misma de la que a mí me habían privado. ¡Qué ironía! Poco más tarde, sería mi alma la que saldría por esa ventana. Aunque puede que con un aroma más chamuscado.

Por Aurora Salvo

 

Café

Eres robusto y firme, las fragantes notas de cada bocado, respiran madrugadas y eternas noches de insomnio.
No necesito tu nombre, con el recuerdo de tus gotas basta.

Por Roberto Palacios

 

Mi primer trabajo en la tele

¿Os he contado alguna vez cómo conseguí mi trabajo en la tele? Fue gracias al café. Eran las 6.00 de la mañana de un jueves de enero. Me desperté antes de que sonara el despertador con el estómago hecho un nudo por los nervios. En tres horas tenía una entrevista de trabajo en la televisión de Catalunya y ya no podía dormir más. Me levanté de la cama y encendí la tele. Escuché las noticias mientras me lavaba la cara y me recogí el pelo en un moño alto algo desaliñado. No me convenció y opté por una simple coleta. Me maquillé un poco –para disimular las ojeras que tenía a causa de la falta de sueño- y me vestí. Pantalón negro, camisa granate y un pañuelo blanco con flores. Me veía bien. De repente eché un ojo a mi reloj y ya eran las 7.00h. Teniendo en cuenta que la entrevista era en Sant Joan, que yo vivía en la otra punta de la ciudad y que los metros en Barcelona siempre se retrasan, me enfundé la chaqueta, cogí el bolso, me puse los zapatos y me fui directa al ascensor. Allí revisé que lo llevaba todo, me puse un poco de colorete y me até los cordones de las converse. Al llegar abajo, me di cuenta de que no había desayunado, pero ya no iba a perder más tiempo. Si eso, después de la entrevista.

 

Llegué al metro y después de 21 paradas y un transbordo, cogí el bus que me llevó en 10 minutos a mi destino. Cuando entré en los estudios de TVC, lo primero que me sorprendió fue el olor a café, un torrefacto delicioso con toques afrutados y dulces que transmitía calidez y me rebajaba los nervios. Era el olor del café que preparaba mi abuela en su cafetería hace 15 años. Recuerdo a la gente en las sillas de madera barnizada de aquella cafetería y recuerdo a mi abuela. “Mientras haya tiempo para el café todo va bien, hija” me decía. De repente, olvidé dónde estaba y a qué había ido y me invadió una grata sensación de calma y familiaridad, hasta que de repente:

 

– ¡Hola! soy Marta, ¿puedo ayudarte?  

 

– Ah, hola Marta, mi nombre es Anna, tenía una entrevista con el director de informativos,habíamos quedado a las 9.00h.

 

– Muy bien, sígueme.

 

Mientras iba detrás de Marta no me dio tiempo de pensar en nada, simplemente seguí inspirando ese familiar aroma. Subimos al segundo piso por unas escaleras de madera hasta llegar al despacho del Sr. Tresserras. Marta llamó a la puerta con tres golpes secos y rápidos.

 

-¡Avant!- se oyó desde dentro.

 

– Pasa, me dijo Marta con una amable sonrisa.

 

Pasé y me presenté, con voz firme y segura.

 

– Encantado Anna, ¿quieres un café? Está buenísimo, es de Kenia.

 

– Sí, gracias – contesté.

 

– Aquí siempre desayunamos café. Mientras haya tiempo para un café, todo va bien maca. ¿Empezamos?

 

Después de eso, la entrevista fluyó casi sin darme cuenta. Eran las 10h y ya estábamos estrechándonos la mano. Me fui de las instalaciones de la televisión envuelta en ese aroma torrefacto del café africano. Y llamé a mi abuela. Habíamos tenido tiempo para el café, todo había ido bien.

Por Anna Barceló

 

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